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La desdichada historia de la banda Badfinger



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Domingo 22 de Octubre de 2017 6:31 pm

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La vigencia de la música de Badfinger es tan poderosa que el creador de Breaking Bad, Vince Gilligan, decidió cerrar la última escena de toda la serie, esa que esperaban millones de seguidores, con una canción de los galeses, la sensacional Baby blue.


Cuando a Paul McCartney le preguntan por Badfinger, su eterna expresión optimista se transforma en un mohín de tristeza. Y dice: “Oh, Badfinger. Su historia es una tragedia de Shakespeare".

Efectivamente, el beatle, que fue el primer validador del grupo, tiene razón. La historia del rock tiene un hueco para Badfinger.

El grupo galés grabó canciones sublimes y vendieron mucho, pero apenas les llegó un dinero que se quedó en el camino en manos de intermediarios mafiosos. Sus dos líderes, desesperados y arruinados, acabaron sofocando su tristeza colocándose una soga al cuello. Primero uno, Peter Ham, con 27 años; luego el otro, Tom Evans, con 36 años.

Badfinger es una banda de los años setenta, sus composiciones ejercen una labor purificadora con YouTube y Spotify escupiendo reggaeton machote y electrónica plastificada.

La vigencia de la música de Badfinger es tan poderosa que el creador de Breaking Bad, Vince Gilligan, decidió cerrar la última escena de toda la serie, esa que esperaban millones de seguidores, con una canción de los galeses, la sensacional Baby blue.

Todo en Badfinger tiene un envoltorio de tragedia que va más allá del rockero depresivo y saturado de drogas. Su historia tiene un componente que excede al musical: para mucha gente que lo vivió, perder a Badfinger fue como perder la inocencia.

La banda giraba en torno a Pete Ham, un tipo de media melena castaña nacido en Swansea (Gales) en 1947 y con una notable sensibilidad para componer bellas canciones pop, al estilo de los Beatles más sofisticados.

“Lo hizo solo, con 19 años, en una habitación de Swansea. Acompañado de una guitarra compuso todas esas obras maestras. Nadie en el pop creó algo tan bueno tan joven”. El que habla es Dan Matovina, biógrafo del grupo, autor de Without you: the tragic story of Badfinger.

Cuando Matovina habla de “algo tan bueno” se refiere a las canciones del primer disco de Badfinger, Magic Christian Music (1970), esas que enamoraron tanto a Paul McCartney que les fichó para el sello discográfico de los Beatles, Apple Records.

De hecho, fue el primer lanzamiento de la compañía creada por los cuatro de Liverpool; McCartney confiaba a ciegas en el grupo que incluso les prestó un tema, Come and get it, el primer éxito de los galeses.

Había más beatles seducidos por Badfinger, como George Harrison. Sobre todo por el talento de Pete Ham, al que le ofrece (y acepta) acompañarle en el legendario concierto de por Bangladesh en el Madison Square Garden neoyorquino.

Y John Lennon no se quedó atras, pide que colaboren en su disco Imagine. Todo parecen buenas noticias para Badfinger, salvo por una cuestión crucial: el dinero no llega.

Su primer mánager, Bill Collins, cedió a la presión de Stan Polly, un oscuro hombre de negocios americano que despreciaba la música, y le encargó las finanzas del grupo. Había nacido la bestia negra del grupo: Stan Polly, un estafador con una pila de demandas en su buzón de correos. Luego se descubriría que tenía relaciones con el crimen organizado.

Una de las primeras decisiones de Polly fue romper con el sello de los Beatles, Apple, y pasar a formar parte de Warner. Eso propició la firma de un nuevo contrato donde Polly era el máximo beneficiario. Mientras, Pete Ham componía con el otro líder del grupo, Tom Evans, canciones de rock que podían formar parte de la mejor cosecha de Lennon y McCartney.

Discos como No dice (1970), Straight up (1971) o Ass (1973). Y canciones como Without you, de la que McCartney dijo: “Probablemente sea la mejor canción de todos los tiempos”. Ese tema, en versión de Harry Nilsson, ocupó los primeros puestos de las listas de ventas durante varias semanas. Esta situación tenía que haber hecho millonarios a Badfinger. Pero no, el dinero se quedaba en la cuenta de Polly.

Wish you were here (1974) es el último disco de Badfinger en el que participa Pete Ham. Otro gran disco que, como todo en esta historia, trae veneno dentro.

La discográfica Warner, harta de las trampas de Polly, demanda al mánager y al grupo, que no da crédito. Además de no tener dinero la demanda de Warner les podría arrebatar hasta sus casas.

La noche del 23 de abril, un desesperado Pete Ham acude a buscar a Tom Evans. Se van a tomar unas copas y entre los vapores etílicos maldicen su suerte. Cuando se despiden, Ham le dice a su compañero: “No te preocupes. Tengo un plan. Sé lo que hacer. Adiós”.

Pete Ham fue encontrado la mañana del 24 de abril de 1975 ahorcado en una de las habitaciones de su casa. Tenía 27 años (¡la edad maldita!) y su novia, Anne Herriot, estaba embarazada de ocho meses del primer hijo de la pareja. No fue suficiente motivación para evitar la soga. Ham dejó una escueta nota donde apuntaba al responsable de su decisión:

“Te quiero, Anne. Y también a nuestra futura hija, Blair. Pero no me permitieron amar y confiar en la gente. Así está mejor. Pete. Pd: Stan Polley es un bastardo sin alma. Lo llevaré conmigo”.

La noticia del suicidio de Ham hundió a su amigo y compañero Tom Evans.

El grupo siguió adelante sin Pete, con el liderazgo de Tom Evans y, en menor medida, del bajista Joey Molland. Fichan a dos nuevos músicos. Uno de ellos es Joe Tansin, que enseguida ve que algo no marcha bien: “Tom estaba siempre muy triste, sin duda por la muerte de Pete. Y, además, había mucha droga y alcohol. Eso se convirtió en algo más importante que la música”.

En 1981 el teléfono sonó para dar una nueva mala noticia a la parte más débil del grupo, Tom Evans: un promotor de Milwaukee le reclamaba judicialmente cinco millones de dólares por un incumplimiento de contrato que Evans desconocía y que tenía que ver con las trampas de Polly.

Un 19 de noviembre de 1983 y tras una fuerte discusión con Joey Molland sobre el dinero de los derechos de autor de Without you, Stephem, el hijo de Tom, encuentra a su padre ahorcado en una de las habitaciones de la casa. Tenía 36 años y habían pasado ocho desde el suicidio de su amigo Pete Ham.

Stan Polley vivió los años ochenta y los noventa acorralado por las irregularidades de sus negocios (tanto musicales como de otras áreas), pero siempre logró sortear la cárcel. Murió en California en 2009, con 86 años.

Agencias



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