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El Papa entrega a arzobispo mexicano indumentaria litúrgica



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Jueves 29 de Junio de 2017 2:09 pm

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En la fiesta de los santos patronos de Roma, Pedro y Pablo, el Papa Francisco entregó hoy la indumentaria litúrgica del Palio al arzobispo mexicano de Morelia, en Michoacán, Carlos Garfias Merlos.


En la fiesta de los santos patronos de Roma, Pedro y Pablo, el Papa Francisco entregó hoy la indumentaria litúrgica del Palio al arzobispo mexicano de Morelia, en Michoacán, Carlos Garfias Merlos.

La mañana de este jueves el pontífice celebró una misa multitudinaria en la Plaza de San Pedro del Vaticano y, como es tradición, otorgó esa banda blanca con cruces negras a los arzobispos del mundo designados en sus puestos en los 12 meses pasados.

Entre los 36 clérigos de los cinco continentes que asistieron a la celebración para recibir el Palio, símbolo de unión con el papado de Roma, destacó Garfias, ya pastor de Acapulco y designado al frente de Morelia el 6 de noviembre de 2016.

Durante el sermón de la misa, el Papa instó a los presentes a cuestionarse si son “cristianos de salón”, que “chismean sobre cómo van las cosas en la Iglesia y en el mundo”, o verdaderos “apóstoles en camino que confiesan a Jesús con la vida porque lo tienen a él en el corazón”.

“Quien confiesa a Jesús sabe que no está obligado solamente a dar una opinión, sino a dar la vida; sabe que no puede creer en modo tibio, sino que está llamado a quemase por amor; sabe que en la vida no puede flotar o acomodarse en el bienestar, sino que debe correr el riesgo de dejar la orilla, dándose cada día”, dijo.

“Quien confiesa a Jesús debe seguirlo hasta el final, no hasta un cierto punto sino hasta el final, y lo sigue en el su camino y no en el propio. Su camino pasa a través de la cruz y las persecuciones”, agregó, hablando en italiano.

Más adelante constató que en la actualidad, en varias partes del mundo, muchos cristianos son marginados, calumniados, discriminados, hechos objeto de violencias, incluso mortales en medio de un clima de silencio cómplice.

Estableció que soportar el mal no significa sólo tener paciencia y seguir adelante con resignación, sino soportar e imitar a Jesús: es llevar el peso, llevarlo sobre la espalda por uno y por los demás.

“Es aceptar la cruz, yendo adelante con confianza porque no estamos solos: el señor crucificado y resucitado está con nosotros. Así, con san Pablo, podemos decir que en todo estamos turbados, pero no aplastados, conmovidos pero no desesperados, perseguidos pero no abandonados”, estableció.

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